Cuevas de San Pedro de Arlanza
Entre las localidades de Hortigüela y Covarrubias se localiza, probablemente, el tramo de mayor belleza por el que discurre el río Arlanza, que se ha abierto paso entre las Sierras de las Mamblas y del Gayubar, tapizadas por uno de los sabinares de mayor extensión de Europa, incluido por la Junta de Castilla y León en su Red de Espacios Naturales protegidos.
En sus cortados calizos se adivina la presencia de numerosas cavidades y abrigos en los que anidan abundantes rapaces, especialmente buitres leonados que, con frecuencia, pueden ser contemplados patrullando los cielos.
En varias de esas cuevas del término de Hortigüela, hace ya más de 30 años que el Grupo Edelweiss descubrió ocupaciones del Hombre de Neandertal: Cueva de la Ermita, Cueva Millán, Cueva de la Mina,... Desgraciadamente sólo la primera de ellas fue protegida por la administración y los expoliadores llegaron antes que los prehistoriadores. El Museo Arqueológico Nacional y el Museo de Burgos son los que conservan los restos obtenidos legalmente.
También muchas de ellas conservan restos de la Prehistoria reciente y de la Edad Media, siendo estos últimos, en muchos casos, vestigios de la vida eremítica que caracterizó la zona, quedando sus mejores exponentes en las Cuevas Rubias, que dieron nombre a Covarrubias, y en el entorno de San Pedro de Arlanza.
La citada Cueva de la Ermita, también conocida como de San Pelayo, es el lugar en el que la leyenda sitúa el encuentro de Fernán González con un eremita de nombre Pelayo que le profetizó sus victorias sobre los moros. Años después, en agradecimiento, el Conde Fernán González fundó, sobre la cueva, un primitivo monasterio, el de San Pedro el Viejo o de San Pelayo, al que no obstante la tradición atribuye, aunque sin pruebas, un origen visigodo. Por el contrario, el monasterio románico de San Pedro de Arlanza se empezó a construir en 1080, más de un siglo después de la muerte de Fernán González, sin que las sucesivas excavaciones arqueológicas hayan detectado ningún vestigio anterior.
Las aguas llegan a sifonar por completo un tramo de galería de imposible tránsito pero, gracias a que conocemos su destino, podemos realizar un sencillo recorrido del resto de la cavidad, en sentido inverso, entrando por la Resurgencia de la Central, la salida habitual de las aguas por el Valle de Fuente las Mozas. Sólo en los momentos de inactividad de la central eléctrica es posible recorrer varios cientos de metros de esta sencilla cavidad, por lo que antes deberemos cerciorarnos de ello.
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